martes, 5 de octubre de 2010

Misteriosa Muñeca.

Hoy volví a ver tus ojos…

Penetrantes hechizos de olvido, pozos olvidados por la misericordia, veneno que atrae a su víctima y que lentamente la carcome… Basta un mínimo susurro de tu gélido aliento para detener el tiempo que transcurre sin piedad entre las venas de tu espectador.

Como todo atardecer, el baúl que te guarda se abrió… Imposible resumir el suspenso que provoca el esperar por tu presencia.

Tu curiosidad e interés por el mundo que te rodea es inspirante musa, tu desplante al dialogar único, tu sinceridad y honestidad la firma de tu existencia… Tu motor insensibilizado por las heridas del pasado, te dan un brillo y textura que se vuelve encanto, y solo los ojos del instinto pueden percibir.

Tu tranquilidad es el firme y frio cristal que envuelve la tormenta dentro de tu corazón.

Compartes tu ser con quien evoca a tu alma, expandes tus dominios al punto de no conocer tus propios límites… Pero lo que limita tu expansión no es más que tu propio ser, tus represiones y tus temores, tus dolores y sufrimientos…

Tu miedo a ser quien eres… Tu miedo a salir lastimada una vez más.

Como cada amanecer, comienzan las despedidas y quedas sola fantaseando en lo que podría ser si decidieras dar un paso… El baúl que te guarda te espera, las ilusiones de quienes te admiran se disipan como la aurora al ascender hasta el sol.

Duerme dulce muñeca, que el día de mañana podría traer al héroe por el que tanto esperas… O podría ser el día en que las dudas se alejan y te atrevas a dar un paso más hacia tu tan esquiva humanidad.
 
 

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