miércoles, 29 de septiembre de 2010

Historias 3° Parte (Núcleo).

Persona en Dos.


¿Por qué me miras?


Sabes bien que podría arrancar tus ojos sin esfuerzo alguno, podría comerlos sin escupirlos y reemplázalos con los dientes que te podría tirar de un golpe.


¿Por qué me encaras?


Sabes bien que podría desangrarte de un sencillo movimiento, y podría caminar entre los cadáveres de cada persona que te regalo una sonrisa en tu puta vida.


¿Por qué sigues ahí frente a mí?


Sabes que te matare… Y será lento y muy doloroso si lo deseo.





Toda tu vida huiste de mí… Toda tu vida me temiste al punto de soltar las lágrimas…
Toda tu vida preferiste la compañía de las mentiras, engaños y traiciones de los demás…


¿Y hoy simplemente vienes y me miras a los ojos como si fuésemos amigos?





Si no tienes nada que decir… Bienvenido.


Nieve en Verano.


Puedo prometer… Que los cristales del cielo cesaran ante la majestuosidad de tu paso.


No he olvidado ni mucho menos perdonado, sin embargo, no conservo rencor alguno, solo la tristeza de una despedida sin vida, con rostros cubiertos y corazones desprovistos de emoción.


Puedo prometer… Que cerrare los ojos y como los brillantes astros del cielo ante el alba, desaparecerás.


No recuerdo mala intención en el calor de las manos, ni falsedad en los ojos, mucho menos riesgo en los cabellos, aun así, me apena perder elixires exóticos que no se encontraran en otro aliento.


Puedo prometer… Que las sonrisas serán la aparición del sol en el día mas frio de la historia, aunque la tempestad que se esconde sea tan
intimidante como la espada del primero y último.


De alguna forma reuniré valor… De alguna forma encontrare camino en el abismo… De alguna forma conservare el barro bendito con aliento de vida.


Y aunque te prometa el mundo entero…  Mi lamento es debido a que nunca escuchare una promesa que puedas cumplir de tus labios, desde tu voluntad y firmado por tu corazón.

Sin destinatario ni esperanza.


Me abandonaste y te atreves a llamarme pecador…
Me culpaste y te atreves a llamarme hereje…
Me humillaste y te atreves a llamarme atrevido…
Me escupiste y te atreves a llamarme rebelde…

Lo que deseaba me lo arrebataste, lo que necesitaba me lo impediste, lo que quería me lo alejaste.
Lo que amaba lo convertiste en objetivo de odio.
Por lo que estaba dispuesto a morir… Lo pusiste más allá de mi alcance… Y solo te reíste de mí.

Iluminaste mi camino para verme caer, pusiste en mí el don para complicar mi andar…
Creaste esperanza para verme retorcerme en la ilusión.

Te haces llamar justo y lo único que haces es ver tu gran circo de insectos…
Disfrutas ver lo que hay tras las apariencias con tu sadismo enfermizo…

Te regocijas en tu omnipotencia para ver el sufrimiento de tu creación… Y solo juzgas desde tu trono barnizado en la sangre de los que rogaron por tu misericordia… Sabiendo como terminara este espectáculo vicioso… Que solo se consumirá en las llamas de su propia pasión.






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