jueves, 30 de septiembre de 2010

Vuelco de Trama.

¿Es importante escuchar las palabras de un hombre mal sentado en un sucio rincón del lugar?

Es la única pregunta que rondaba en mi cabeza en esos momentos.

¿Yo?... Yo lo tenía todo. Estaba en una posición de éxito, no solo tenía para comer y vestir, sino que tenia para tener mis propios lujos, tenía amigos que siempre me acompañaban y festejaban conmigo, tenía una mujer que alegraba mis mañanas y encendía mis noches.
Pero algo me incitaba a dialogar con aquel hombre. Aquel hombre que con suerte tenía un concho de cerveza en una botella desgastada y manoseada, un par de cigarrillos doblados y una servilleta usada más de una vez.

Me senté frente a él, buscando enfrentar sus ojos. Pero tras esas espesas pupilas, no encontré nada. Como si un ladrón de guante blanco hubiese removido hasta el último objeto en aquella opaca habitación exhibida en su mirada. Sus cabellos y barba blanca, junto con las arrugas en su amarillenta piel, señalaban el paso del tiempo; sus ojeras y marcas de lagrimas en sus secas mejillas, señalaban la tristeza que había en su corazón.

Y ahí estaba. Un joven que lo tenía todo, sentado frente a un viejo que no poseía nada.

Solo me dijo unas pobres y escuetas palabras: “Por hacer las cosas bien, no significa que todo saldrá bien”…
Solo le respondí con una carcajada, y una altanera frase: “Viejo loco”.

Han pasado ya diez años de aquel curioso encuentro. Mis lujos se transformaron en deudas, mis amigos me abandonaron por gente mas amable o mejor posicionada que yo, aquella mujer que lo era todo encontró un hombre que la supo valorar algo más que en las mañanas y las noches.

Sentado en un sucio rincón, bebo los últimos sorbos de lo que significo la limosna de un hombre acomodado. Un joven me observa, esta junto a un grupo de gente bella, pareciera ver algo que los demás no ven. Pareciera verme.

En mi cabeza, solo hay una respuesta, enviada a través del cruce de nuestras miradas y el gesto clásico de “salud” al levantar mi sucio vaso… Si, es importante escuchar las palabras de un hombre mal sentado en un sucio rincón del lugar.


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